La aparición de los resultados del Índice de Confianza, que trimestralmente, viene actualizando la FEHR, junto con la Universidad Nebrija de Madrid, nos motiva a reflexionar sobre el sentido del título del indicador. Nuevamente, los resultados son decepcionantes, en especial, porque no se vislumbra ningún síntoma de mejora; o lo que es lo mismo, manejando el símil cursi, o pedante, que se ha popularizado, no se aprecian, en la hostelería española, a corto y medio plazo brotes verdes.
Sin duda, los valores numéricos del indicador, son expresión de una actitud de desconfianza del sector empresarial hostelero. Por otra parte, teniendo en cuenta, que el objetivo del estudio de opinión, es hacer una proyección cualitativa de la orientación de las ventas, la reiteración de los datos negativos nos preocupa.
Se observa pues, que el estado de inquietud del sector, lejano todavía del nivel cero, que significaría, una situación de estabilidad, o al menos de neutralidad, frente al futuro incierto, necesariamente nos obliga a ser prevenido en los juicios. La reiteración de los malos datos, durante los últimos nueve meses, proyecta un desánimo importante en las respuestas de los responsables de los establecimientos. Especialmente, al reconocer que esa estabilidad situaría al sector, muy lejos de los valores de producción, y de los niveles de satisfacción anteriores a la crisis.
Se podría pensar, desde alguna posición ecléctica, que los encuestados se han acomodado a un tipo de respuesta negativa, que tras buscar una cierta protección conservadora, tratan de repetir su opinión, con ligeras modificaciones. Actitud adoptada, hasta que se proyecte un cambio más favorable. Lo cual pensamos que no es correcto, ya que la aplicación de diferentes test de sensibilidad a las respuestas, nos permiten creer en la sinceridad e independencia de las contestaciones.
Un estudio objetivo de las cinco respuestas del indicador, permite establecer un conjunto de juicios de valor, o interpretaciones de los resultados, que deben de ser analizados de manera segregada y del modo más neutral posible.
Del primer indicador -que observa el pasado lejano-, hay que señalar, que las tendencias son ligeramente favorables, ya que el peso de las impresiones positivas crece, mientras decrece la opinión negativa. Sobre lo cual hay que manifestar, que la comparación se realiza en un momento de fuerte crisis, que proyecta intensos y graves coeficientes de depresión. Los cuales, han de relativizarse, con relación al futuro, por las fuertes pérdidas ya descontadas.
El segundo indicador trata el pasado reciente. En el cual se constata un importante pesimismo, por parte de los hosteleros. Proyectando una duda de confianza, al no mantener la tendencia de mejora, que se había iniciado el trimestre anterior. Lo que ha producido un nuevo decrecimiento de esa actitud, y un aumento de la posición negativa.
Finalmente, el indicador que más carga negativa traslada al índice conjunto de confianza, es el tercer indicador, o aquel que visualiza el futuro. Y sin duda, son los resultados de ese elemento del indicador general, el que traslada y acumula, bastante más desconfianza que confianza, al indicador general. Ya que en él, no se aprecian, en sus expectativas de futuro, factores de cambio que garanticen un mejor porvenir.
Manuel Figuerola
Asesor FEHR