El Indicador de Confianza Hostelera, elaborado trimestralmente por HOSTELERÍA DE ESPAÑA, que mide la valoración de los empresarios hosteleros sobre la evolución de la actividad de su negocio, resultó negativo en el último trimestre de 2022, por segundo trimestre consecutivo.
Aunque el resultado es negativo ha mejorado respecto al que tuvo lugar en el cierre del año anterior, suponiendo -6,3 puntos, frente a -21 de 2021. Este resultado, que se obtiene de la media entre los índices de futuro y los de comparación con el pasado lejano (mismo trimestre del año anterior) y cercano (trimestre anterior), se debe principalmente a las perspectivas negativas de los hosteleros para el primer trimestre de 2023, aunque también empeoró ligeramente el índice trimestral. Esta valoración no ha podido ser compensado con la que hacen respecto al mismo período de 2021, que resulta muy favorable.
En concreto, un 63,5% los encuestados opina que la actividad de su negocio en el primer trimestre de 2023 va a ser peor que la del último del año, mientras que solo un 12,5% confía en que vaya a mejorar. Comparando con el trimestre anterior la valoración es negativa, por primera vez en el año, aunque el valor es suave, de -2,4 puntos, frente a los -22,5 puntos que resultaron al cierre de 2021. Aunque no pudo compensar los valores negativos de los índices de expectativas y trimestral, el índice de situación fue positivo, con más de la mitad de los encuestados (56,8%) que opinan que la marcha de su negocio en el cuarto trimestre fue mejor que la del mismo período del año anterior, frente a un 22,4% que opinan que fue peor. De ello resulta un índice positivo de 34,4 puntos, frente a los 2,2 puntos de 2021.
Los costes de la energía y de las materias primas se mantienen como los principales problemas a los que se enfrentan los hosteleros y que más han influido en su valoración, como han señalado a lo largo del año, aunque los costes salariales son los que más subieron de influencia en el cuarto trimestre.
Entre los factores externos, los precios altos se mantienen como el factor que más preocupa, seguidos de los costes financieros y la productividad del empleo.