La situación actual de los resultados que ofrece nuestra economía, así como la tendencia a criticar circunstancias que no conocemos, con la suficiente nitidez, obliga a que nos planteemos una reflexión rigurosa. Preocupación acerca de cuál ha de ser el modelo productivo que ha de fomentarse en España. Si se desean resolver los graves desajustes que aquejan al conjunto del sistema económico (saldo negativo de la balanza comercial, fuerte desempleo, déficit presupuestario y grave endeudamiento). Modelo productivo que debiera combinar con mayor eficiencia un ajuste más adecuado de la estructura económica.
Integrando con mayor conocimiento y eficacia el arquetipo industrial que debería configurarse. Elevando la capacidad y calidad de los servicios ofrecidos, con objeto de alcanzar un mayor rendimiento económico y social. Empujando también de nuevo, con orden y justicia social y ambiental al sector de la construcción.
Pero sobre todo inquieta lo que más se repite, y que se convierte en motivo de crítica o de ensoñación. Es decir, el deseo o petición teórica que se repite continuamente para cambiar el modelo actual. Empujando o impulsando una nueva reindustrialización, que fomente el desarrollo económico, mediante un esfuerzo en la implementación de procesos tecnológicos. Intentando aumentar los presupuestos en I+D+i. Jerarquizando por encima de cualquier otra estrategia la innovación en ideas, procesos, productos y servicios.
Un cambio que fomente la eficiencia en el sistema productivo. Que haga posible motivar la reindustrialización del sistema económico. Sin embargo, son planteamientos que se formulan y se manifiestan con excesiva pasión. Desconociendo algunos aspectos sustanciales, que previamente debieran haber sido analizados con mayor atención y más rigor estadístico. Sin tanto peso especulativo y tendencioso.
Un cuadro elaborado con información reciente del Banco Mundial, para el año 2017, nos explica, que España no está tan lejos de los valores promedio de participación del sector industrial en la formación del PIB. Como se comprueba en una muestra de algunos países representativos de varias situaciones específicas, que se acompañan seguidamente. Valores porcentuales de la industria en la formación del PIB.
España (21,9): por debajo Francia (17,4); Italia (21,6); UK (17,9); USA (18,8); OCDE (22,5); UE (22,1), Por encima Alemania (28,0) y Austria (25,3. Y muy por encima República del Congo (41,6) y Angola (42,2).
En primer lugar, se aprecia el significativo peso de la industria española en el cuadro presentado. En donde, en seis casos, es superior su porcentaje de participación. E incluso, ofreciendo un valor más alto, en países tan importantes y de elevada renta personal como USA y UK. Y solo por debajo de países tan industrializados cono Alemania y Austria.
Por otra parte, se contempla la situación de dos países de bajo desarrollo económico y social como la República del Congo y Angola. Que, por causa del deficiente balance del sector de los servicios, ofrece un engañoso resultado, aparentando una falsa industrialización.
Ahora bien, el análisis se hace más interesante, observando la evolución histórica del peso industrial, con la relación a cada año: Año 2000, participación industrial en la producción, antes de la crisis:18,7 % Año 2008, participación industrial, año comienzo de la crisis, 16,5 % Año 2010, participación industrial, en plena crisis, solo 15,7 % Año 2018, participación industrial, situación actual 16,1 %
De la evolución se pueden extraer consecuencias sobre la participación industrial en la estructura económica, según la influencia de la crisis
- La crisis redujo la participación industrial en 3 puntos
- La recuperación hasta el momento solo ha empujado al alza 4 décimas
- No puede hablarse hasta el año 2018 de una grave repercusión en sectores industriales, tales como el automovilístico
- Se comprueba, que la participación directa del sector de la automoción en la producción española es igual al 4,7 %; algo inferior a la influencia directa de otro sector como el turístico, igual al 5,9 %
Asimismo, se ha de considerar, que cualquier proceso productivo, genera efectos indirectos y por tanto susceptibles de medida. Es el caso de sector de la automoción, que posee, en función de las últimas Tablas Input-Output de la economía española estimadas por el INE, un efecto multiplicador de 3,1. Asimismo, si interesará comparar dicho resultado con otro sistema económico, como es el turístico en España, utilizando la misma metodología, se deduciría un acelerador de la actividad turística del 2.05
No obstante, nuestra reflexión no tiene otro objetivo, que llamar la atención sobre las posibilidades diversas y amplias que, para el mejoramiento de la renta, tienen numerosos sectores de la economía. Por lo que es absurdo buscar confrontaciones políticas, sociales y sectoriales, buscando enfrentamientos absurdos, Sin duda en estos momentos de duda, la economía española y su estructura sectorial deben buscar estrategias de acción complementarias y paralelas. Pero nunca rivales y antagónicas.
Manuel Figuerola Palomo. Universidad Nebrija