¿Industrialización versus turismo?

Con frecuencia escuchamos y leemos acerca de la necesidad de cambiar el modelo productivo que se desarrolla en nuestra economía. Observando que dichos comentarios, en general, presentados por periodistas, políticos y escritores de reconocido prestigio, popularmente, se manifiestan de manera frívola. Ya que no argumentan las afirmaciones emitidas, con análisis y valoraciones mínimamente rigurosas.

Personalmente pienso, que se apoyan en tesis aparentemente serias, pero exentas de un estudio reflexivo. Y en caso de que se defiendan con algún tipo de prueba, se formulan de manera genérica, a modo de juicios intuitivos. A veces cercanos a la temeridad.

Se destaca en algunas ocasiones, que la actual estructura económica proyecta un modelo que padece fuertes desajustes. Que respecto al empleo, causa graves problemas, como la precariedad. También el envilecimiento salarial, o la pérdida del estímulo profesional. Y como no, la decadencia en las actitudes y capacidad laboral. Todo ello – que ya es mucho- contribuye a ampliar el gran problema estructural de nuestra sociedad. Que no es otro, que el fuerte desempleo que se alcanza hoy, con cifras del entorno de tres millones y medio de desocupados.

Sin lugar a dudas, y alineándome con los teóricos principios que defiende la izquierda social, llama la atención de que es intolerable mantener un porcentaje de desempleo, con cuota sobre la población, económicamente activa, superior al 17 %. Por lo que debo considerar que es totalmente rechazable dicha situación. Sobre todo, porque lo único que se hace, para resolver dicho drama, es lamentar la desastrosa crisis pasada. Causa de la realidad actual. Aunque se haya mantenido un reiterado gimoteo, exento de verdaderas actuaciones resolutorias. Sin la creación de oportunidades, que resolvieran, o al menos redujesen en la medida de lo posible, ese nivel de paro causante de tantos problemas. No solo de naturaleza económica, sino con efectos sociales lamentables, y la aparición de actitudes políticas desintegradoras.

Pero es ahora, cuando aparecen, aquellos que, surgiendo, como de la nada, vienen a subrayar de manera dogmática, que hay problemas estructurales, que demuestran la incapacidad para mejorar el modelo productivo español. Defendiendo, que la continuidad de dicho modelo, a medio plazo, no permitirá la recuperación económica y menos la mejora del empleo. Ya que esos factores tóxicos impiden una proyección más firme y eficiente del modelo productivo.

Pero bajo nuestra opinión, esas teóricas razones, solo son un conjunto de consideraciones equívocas; cercanas al sofismo. Argumentos que, de ninguna manera, deberían utilizarse, como factores principales, causantes de nuestra ineficiencia, y que a menudo se identifican con cuatro razones negativas, que se manejan con harta frecuencia de manera errónea e interesada:
• Debilidad de la capacidad industrial del modelo
• Reducido esfuerzo hacia los procesos de I+D+i
• Exceso de influencia de sectores terciarios como el turismo
• Baja competitividad y productividad en sectores estratégicos

Sin ánimo crítico, ni con afán de abrir un debate insulso y justificativo de tendencias e ideologías políticas, y menos con actitud belicosa, debo afirmar -de manera firme y rigurosa – que las cuatro consideraciones anteriores, son absolutamente incorrectas y prácticamente falsas. Y dentro de la brevedad del contenido de esta opinión que comento, intentaré justificar lo señalado.

Primero, respecto a la infundada debilidad industrial, como ejemplo de la realidad estructural de nuestra economía, resumo en un cuadro estadístico, una situación indiscutible, tal como es el peso de la industrialización, en el conjunto de los valores agregados generadores del PIB, de un grupo de países desarrollados.

¿Puede haber, quiénes a la vista del cuadro precedente, tengan la osadía de considerar, que el peso industrial en nuestra economía es reducido? En principio considero que no debieran. Losporcentajes son elocuentes, y ponen de manifiesto una significada importancia de los sectores industriales en el marco de la estructura económica española. Ya que el porcentaje alcanzado, figura por encima de países con economías modélicas o muy desarrolladas.

Con relación al segundo pecado, es lamentable, por no decir ridículo, continuar hablando del reducido esfuerzo investigador español, ignorando la presencia española en los más avanzados proyectos de investigación y puesta en valor de altas tecnologías. Tanto de la energía, las comunicaciones, la velocidad, la sanidad y la salud, entre otras muchas alternativas posibles en el I+D+i. En ese sentido no podría ser, que nuestras empresas, que en el ámbito de la internacionalización ocupan posiciones privilegiadas, no dedicarán los recursos necesarios. Es el caso de Iberdrola, Zara, Acciona, Abertis, etc. etc. que asumen importantes presupuestos para
la investigación.

Es cierto y lamentable, que nuestros porcentajes de I+D+i son todavía reducidos, y que España, a pesar de su economía fuertemente endeudada y deficitaria, debiera redoblar ese esfuerzo. Sin embargo, debe de ser motivo de alabanza, valorar que a pesar de esas restricciones, España ocupa en numerosos sectores y capítulos de la innovación y el desarrollo, lugares avanzados en la búsqueda del progreso, el cambio y la lucha contra la contaminación. Por tanto, es ridículo acusar, a la falta de dotaciones económicas, de la incapacidad del modelo productivo actual. En
concreto, cuando empresas del país, participan de manera significativa en la puesta en valor de proyectos mundiales, que hoy se están poniendo en marcha, tales como el tren de alta velocidad a la Meca, o la ampliación del Canal de Panamá.

Pero la crítica más encendida que debe hacerse a quienes atacan al modelo productivo actual, cuando para fortalecerse en sus posiciones y actitudes negativas, escogen al turismo como el mayor de los males de ese modelo. Sin duda es la falta de conocimiento sobre el significado real del turismo, lo que les hace moverse en una nebulosa de verdades a medias.

Sus análisis son desafortunados en todas sus proyecciones. Tanto en lo ambiental, como en lo cultural, social y político. Pensamos que la naturaleza del turismo como sistema poliédrico complejo, en cuanto a su conocimiento, distancia a muchas personas de la realidad. Deseosas solo de la reprobación, la acusación falsa y la sátira mal intencionada.

Por desconocer, no saben, que el progreso y el desarrollo, que han originado los profundos cambios en los sistemas económicos, se deben especialmente al reconocimiento que se ha hecho de la terciarización de las economías. En donde el disfrute de los servicios se impone y crece. Exigiendo aumentos más sensibles, por encima de las demás actividades productivas. Tal como puede hacerse en los esfuerzos por ampliar los servicios a favor de la dependencia.

Es el momento de negar por otra parte, que el turismo haya de ser el sector de las camareras, chóferes y barman. El futuro del turismo es un futuro de mayores incentivos, valores y actividades de recuperación y ocio. Que va a exigir un empleo más cualificado, porque la calidad que es el gran reto, así lo está exigiendo.

Por otra parte, los cambios climáticos que se anuncian están exigiendo compromisos y protocolos más preocupados por el medio ambiente y el tratamiento de los residuos. Aspectos en los cuales el turismo, bien concebido y ordenado puede, ayudar bastante. En concreto al logro de una mejor recuperación medioambiental.

Por último, en cuanto al cuarto elemento calificado de nocivo de nuestro modelo productivo, la acusación de baja competitividad y productividad, aunque la situación no sea la mejor, no puede desconocer, que España en dieciséis años, desde el 2000, hasta la actualidad, ha visto crecer sus exportaciones de manera asombrosa, hasta duplicarlas. Alcanzado una media acumulativa anual de crecimiento del 4,5 %. Por tanto, ¿cómo puede ser posible que se critique con tal ardor nuestros resultados? Entiendo, que solo, si se desconoce que es evidente, que, solo mejorando competitividad y productividad, se ha podido crecer en el volumen de exportaciones y en la internalización de nuestra economía. Tal como se ha hecho en los últimos años.

Manuel Figuerola
Universidad Nebrija