El 2017 será un año turístico excelente. Las estadísticas registradas hasta la fecha, y el balance conocido de las reservas hoteleras y de contrataciones de viajes organizados hasta finales de año, lo confirman. No cabe duda de que superar la cifra de ochenta y dos millones de viajeros no residentes, alcanzar ingresos por turismo y viajes por encima de los sesenta y dos mil millones de euros y mantener una oferta de trabajo de 2,3 millones de ocupados de media anual es un logro que demuestra la excelencia.
El conjunto de circunstancias adversas, como las amenazas del terrorismo y una incipiente xenofobia, absurda, irresponsable y empequeñecedora, no han sido capaces de alterar las tendencias naturales de crecimiento que manifiesta la actividad turística. Tampoco pueden ser ignorados los comportamientos irracionales de grupos antisistema que han actuado este verano y que buscan la algarada y la falta de respeto al orden y la paz. Los movimientos secesionistas ignoran que con su inclinación rupturista reducen su capacidad de progresar en el rendimiento económico, social y cultural del turismo.
Pero, como decía al principio, ha sido un buen año y así lo confirman los datos. Y es importante destacar que, dentro del buen resultado de la estructura económica nacional proyectada para el año 2017 -con un incremento de su PIB del 3,2%- se integra un aumento de los impactos económicos y sociales del turismo de entorno al 8%. Ese dato nos lleva, primero, a asombrarnos de la diferencia de ambos resultados; y después, a mostrar la capacidad que posee el turismo para empujar el desarrollo económico del país. La aceleración que se percibe en el crecimiento del turismo, con relación al aumento de la riqueza nacional, conduce a que su participación en la formación del PIB pase de un valor del 11,4% en 2016, al 11,8%, en el año 2017, lo que supone un avance de la contribución del turismo a la riqueza nacional del orden de cuatro décimas.
No obstante, con el fin de percibir con precisión los resultados de la temporada turística, es conveniente analizar algunos de los efectos transversales, recogidos en el Cuaderno de la Coyuntura Turística. El primero, el fuerte crecimiento experimentado por los precios hoteleros. Además, su aumento conjunto del 17,86%, durante el bienio 2016 y 2017 no impidió que el número de las pernoctaciones en los hoteles, realizadas por los viajeros no residentes, creciese el 16,5%.
Seguidamente, debemos destacar el mantenimiento del gasto medio de los turistas recibidos, que mantuvo valores parecidos a los precedentes, a pesar del fuerte aumento de las llegadas. En tercer lugar, se percibe una fuerte desviación en el aumento de los flujos de viajeros, dirigiéndose a establecimientos no hoteleros, lo que produce un menor incremento de las pernoctaciones hoteleras con relación al número de viajeros que llegan al país.
Por último, se aprecia que el turismo no es un sector encerrado en sí mismo, con actividades exclusivamente caracterizadas como turísticas. El turismo, por medio de su influencia transversal y los efectos inducidos, impulsa el proceso productivo en otros sectores proveedores de productos industriales, de servicios y bienes primarios. Esa repercusión se estima para el año 2017 en unos 110.000 millones de euros, lo que demuestra su influencia como sector acelerador del conjunto de la economía y de territorios no turísticos.
Todos estos datos se pusieron en evidencia durante la presentación del Cuaderno de Coyuntura Turística, realizada por el grupo de investigación de turismo de la Universidad Nebrija. Nos permiten resumir que 2017 será un año excelente, algo no previsible el año pasado. Y permiten ver que aún hay margen de mejora.
Manuel Figuerola. Universidad Nebrija