Ojipláticos. Así nos quedamos cuando conocimos recientemente la intención de la Secretaría Autonómica de Medio Ambiente y Cambio Climático con respecto al nuevo sistema de gestión de retorno de envases.
La implantación de este sistema supondría que la hostelería se vería obligada a recepcionar y almacenar en los locales los residuos de los ciudadanos hasta su recogida por parte de un nuevo gestor.
El nuevo sistema, conocido como SDDR, funciona de la siguiente manera:
Los envases serían gravados con un nuevo impuesto (en concreto 10 céntimos. por envase), por lo que el envase en sí mismo pasaría a tener un valor que pagaría el comprador, ya sea el ciudadano o el hostelero. Éste recuperaría el precio que ha pagado por cada envase una vez los devuelva en cualquier punto de retorno y siempre que los envases se encuentren en perfectas condiciones, sin doblar y con el etiquetaje intacto, así como que hayan sido comprados únicamente dentro de la Comunidad Valenciana. Estos puestos de retorno serían no solamente grandes superficies comerciales sino también pequeños comercios y locales de hostelería . A partir de aquí se plantean dos modelos de funcionamiento:
• Sistema automático (prácticamente inviable para el sector): en este supuesto el local compraría una máquina de retorno de envases, cuyo precio ronda los 20.000 euros y que colocaría en su local.
• Sistema manual (el que previsiblemente se implantaría en el sector): el ciudadano depositaría bolsas con sus envases en los locales. El hostelero, además de verse obligado a admitir y almacenar estos envases hasta su recogida, se vería también obligado a abonar al ciudadano los 10 céntimos de cada envase en el momento de su retorno, que vería luego devuelto por el gestor de residuos con un incremento de 2 céntimos por envase en concepto de gestión.
Parece que el hecho de que la hostelería sea el sector que presenta mayores tasas de reciclaje no importa. Valga el dato de que el 86% de los locales separa siempre el vidrio del resto de envases. Y por lo visto tampoco parece importarle a dicha Secretaría Autonómica la problemática que a nivel logístico, operativo, financiero y sanitario puede suponer este nuevo sistema para miles y miles de locales hosteleros.
A nivel higiénico-sanitario el problema es grave. Al local estarían entrando residuos externos sin conocer su procedencia y sin ninguna trazabilidad ni control, en contradicción con las normativas excesivamente exigentes que las diferentes administraciones competentes en materia de seguridad alimentaria hacen cumplir. ¿Quién nos asegura que los envases no han almacenado productos tóxicos como lejías, detergentes u orines? Igualmente los envases como latas, bricks o botellas sin tapón podrían derramar restos líquidos. ¿Han pensado los impulsores del sistema en la posible contaminación cruzada que podría tener lugar? No olvidemos que en nuestros locales elaboramos comidas y bebidas.
Igualmente grave es la situación que se nos presenta a nivel logístico y operativo. El nuevo sistema conllevaría la necesidad de que los locales dispusiesen de un espacio para el almacenaje de los residuos, con el agravante de no poder ubicarlo junto a otros productos o alimentos de los almacenes por problemas de contaminación cruzada. ¿Cuántos hosteleros disponen en sus locales de un espacio que podrían dedicar a este fin?. Por otro lado, los trabajadores van a tener que dedicar un tiempo importante de su jornada a atender a los ciudadanos que acudan a depositar sus residuos en los establecimientos, desatendiendo las obligaciones lógicas que les corresponden.
En otro orden de cosas, cada local únicamente estaría obligado a recepcionar envases del tipo que vende en el propio local; es decir, si por ejemplo un local vende envases de vidrio y latas estaría obligado a admitir únicamente vidrio y latas, pero no plásticos PET. Y viceversa. De esta manera se genera una posibilidad distinta de devolución en cada local. ¿Alguien ha pensado en lo incómodo para el hostelero a la hora de discutir con el ciudadano y la confusión que se va a generar a nivel social?
Por último, a nivel financiero, el sistema va a suponer que necesariamente el local deba disponer de un fondo de caja diario para hacer frente al correspondiente abono de los envases retornados por los ciudadanos. Además, como posteriormente el gestor de envases solo nos retribuiría por aquellos envases que se encuentren en perfectas condiciones, sean del mismo material que vendemos y comprados en la Comunidad Valenciana, nos veríamos obligados a revisar uno por uno los envases en el momento de la devolución, lo cual es del todo inviable.
Querida Secretaría de Medio Ambiente y Cambio Climático, al margen de todas las dudas jurídicas y administrativas que nos surgen al respecto o de la guerra de cifras que se manejan entre ustedes y Ecoembes (actual gestor de recogida de envases) y de la cual no queremos formar parte, sepan que nuestro rechazo a esta propuesta de carácter obligatorio es absoluto. Y si realmente buscan en esta nueva propuesta el mayor consenso posible de los sectores afectados sepan que ésta no es la forma. Nos dedicamos a elaborar y servir comidas y bebidas con el mejor de nuestros cariños, no a recoger residuos.
No es casual que varios países europeos hayan rechazado este sistema, al igual que no han sido capaces de implementarlo en Cataluña tras años de intento. Simple y llanamente el sistema no se adapta al modelo empresarial y logístico español.
Qué duda cabe que la hostelería va a estar siempre a favor de buscar nuevos compromisos medioambientales. Compromiso que , por cierto, ya hemos demostrado como sector a lo largo de los años, contando hoy por hoy con un sistema logístico de reciclaje y retorno perfectamente optimizado y desarrollado.
Pero así no. La implantación de un sistema con estas implicaciones tan graves debería ser mínimamente consensuada y explicada y no gestionarse de la manera oscura, tergiversada y de dudosa moralidad que están planteando. No son las formas.
David Izquierdo
Secretario General de la Federación Empresarial de Hostelería de Valencia