El propietario del Chiringuito Nahú Beach de Cádiz, Raúl Cueto, ha implantado numerosas mejoras y atractivos naturales, además de formar a todo el personal en materia de sostenibilidad. Ofrece un punto de avistamiento de aves marinas, un circuito de bicicletas entre sus establecimientos, carteles donde explica la historia y la peculiaridad de la fauna y la flora de la zona, e incluso ha instalado un molino de viento y una máquina de reciclaje de latas de aluminio.
P- ¿Qué sienten al recibir este Premio Nacional por su compromiso medioambiental?
R- En primer lugar, mucha satisfacción y orgullo. En segundo lugar, mucho ánimo para seguir trabajando en esta dirección y con estas ganas.
P- ¿Cómo es la historia de su chiringuito?
R- Desde el año 2005 tengo la oportunidad de explotarlo en la playa de Cortadura de Cádiz, única por sus características medioambientales: una playa virgen a escasos metros del centro de la ciudad. Se puede llegar a pie.
El ayuntamiento siempre nos pidió una especial dedicación en cumplir las normativas ISO 9001, 14001 y la ‘Q’ de Calidad, todas ellas bastante exigentes en cuestiones medioambientales. Actualmente ostentamos los tres sellos de normativa. Después de esto y de trabajar siempre en esta dirección, el año pasado el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente propuso el concurso de ideas medioambientales a ejecutar en un chiringuito desmontable y temporal. Nos presentamos con nuestras ideas, sencillas pero resultonas y obtuvimos el primer premio. Está catalogado como una de las once mejores propuestas medioambientales por la Comunidad Europea.
P- ¿Desde cuándo implementan detalles medioambientales como el circuito de bicicletas, el sistema de reciclaje o el avistamiento de animales?
R- Formalmente, desde el año pasado, después de presentarnos al concurso de ideas del Ministerio, aunque algunas de estas cuestiones ya se habían desarrollado antes por parte de clientes nuestros. El lugar y nuestros amigos y clientes han sido gran parte del éxito.
P- ¿Estos valores añadidos os reportan más beneficios, más clientes, o es un compromiso ético personal vuestro sin pensar en rendimientos económicos?
R- Todos estos factores nos importan y una cosa lleva a la otra. La buena oferta gastronómica, acompañada de actividades medioambientales, unido a una limpieza del medio natural atraen clientes, nos pone en boca de todos; es una magnífica publicidad.
P-El personal recibe formación en ahorro de costes medioambientales. ¿Han calculado el ahorro que consiguen respecto a otros chiringuitos que no apuesten por estos sistemas?
R- No, no hemos calculado el ahorro económico. Todavía es pronto para saberlo, porque la temporada es corta y nos hará falta algo más de tiempo. El personal recibe formación, la que nos marcan las normativas y la añadida del lugar, para conocer y explicar la fauna, flora y las buenas prácticas medioambientales.
P- Tienen otros locales y chiringuitos. ¿Todos gestionados con la misma filosofía?
R- Sí. En todos ellos estamos implantando las normativas de calidad, que es el primer paso para concienciarse en este tema. También es muy importante que nuestro personal se esté implicando tanto y se preocupe en esta causa común de la empresa.
P- Con galardones como éste y el del Ministerio de Medio Ambiente, ¿Es motivación para seguir investigando y motivando a compañeros en este línea?
R- Sin duda, este año el premio se lo han dado a la Asociación Provincial de Empresarios de Playas de Cádiz. Es un orgullo pertenecer a ella y poner nuestro granito de arena. Para nuestro personal es una motivación constante no bajar el nivel.
P- En temas medioembientales, ¿Siempre se puede evolucionar? ¿Qué más estáis investigando?
R- Sí, siempre podemos ir más allá. Ahora estamos invirtiendo nuestro tiempo en una cosa muy sencilla: concienciar a los clientes de que no es necesario tanto cambio de platos, cubiertos y cristalería. Hace 15 años era impensable que en un hotel no te cambiaran las toallas diariamente, cuanto más caro y más estrellas, más cambios, pero el gasto de agua y detergentes era brutal. A alguien se le encendió la bombilla y pidió tirar al suelo la toalla que se quiere cambiar. Un simple gesto ha conseguido no desperdiciar ni agua ni energía ni arrojar detergentes que estropean el medio ambiente.
En los locales de hostelería estamos todavía muy atrás en este aspecto: cambiamos platos y cubiertos en muchas ocasiones sin necesidad. Muchas veces los propios clientes piden que no se los cambiemos, pero hay que instaurar una buena práctica que sería tan sencilla como solicitar el cambio de cubierto si lo creen necesario. Si no, no se cambia. Hay que educar a los clientes en esto, porque no hace falta cambiar de plato por cada ración que compartimos. Así damos la vuelta a la tortilla y contaminamos menos.
P- ¿Qué tipo de clientes tenéis en el chiringuito?
R- Nuestra clientela es muy variada.
P- ¿Cuántos profesionales?
R- Tenemos en torno a veinte familias trabajando en el negocio entre cocineros, camareros, personal de mantenimiento y vigilantes.
P- ¿Es muy distinta la gestión de un chiringuito que abre sólo tres meses respecto a un local estable para todo el año en la misma zona?
R- Es más intensa, te llevas tres meses antes preparando la temporada y cuando llega, pasa muy rápido, pero las equivocaciones o los aciertos los proyectamos para todo el año y para todos los demás locales. El coste más fuerte está en el montaje y desmontaje: partimos de la base de que durante ocho meses el lugar que has ocupado tiene que quedar totalmente limpio: no se tiene que ver absolutamente nada.