La necesidad de un mayor reconocimiento de la formación hostelera, no sólo en el ámbito profesional sino también en el académico, así como la exigencia de superar tradicionales tabúes sociales en torno al valor y el prestigio de una de las profesiones más necesarias y que más salidas laborales ofrece en nuestro país, originó el primer Encuentro Nacional de Escuelas de Hostelería celebrado en el año 2000 (Sevilla, mes de Febrero, Bilbao mes de Mayo), con participación de más de 50 centros de formación hostelera, públicos y privados.
A lo largo de aquellas jornadas, las escuelas fuimos conscientes del aislamiento de la formación hostelera en el océano de la formación profesional. La ausencia de una voz única y representativa que hablara públicamente de nuestras necesidades, de nuestros intereses, de nuestras cuitas y también de nuestros logros, nos estaba dejando ancladas en un pasado de cuellos blancos, bandejas y cuchillos que poco tenía que ver con la realidad del trabajo diario de los centros de formación hostelera. Se hizo pues evidente la necesidad de crear una entidad a nivel nacional que funcionara a modo de “lobby” ante la administración, la sociedad y el sector profesional.
Así nacía, un año después, la Asociación de Escuelas de Hostelería (AEHOS), que inició su andadura con dos objetivos claros: por una parte, el compromiso de las escuelas por establecer un código ético-profesional que sirviera para evitar el intrusismo y “depurar” la formación hostelera existente en España, donde, aparte de la formación oficial, se ofrecen múltiples modalidades formativas, muy diferentes en contenidos, duración, temática y titulaciones, que no son en absoluto controladas por la administración pública y que, en definitiva, se presentan como formación hostelera sin que se determine claramente el valor académico de las mismas.
Por otra, se pretendía lograr el reconocimiento social de la hostelería construyendo una imagen de formación de calidad, de capacitación de docentes y de establecimiento de unos requisitos académicos que solo un tipo de escuela puede cumplir: las que formarían parte de AEHOS.
Desde su nacimiento hace ya diez años, numerosas escuelas repartidas por toda la geografía española forman o han formado parte de la asociación (Asturias, Barcelona, Bilbao, Sevilla, Málaga, Toledo, …), y sus acciones en busca de intereses comunes han tenido asimismo repercusión en escuelas privadas y públicas tanto nacionales como extranjeras; incluso escuelas iberoamericanas han querido “hermanarse” con las escuelas españolas, pues parece que los problemas son comunes a toda la formación en hostelería en cualquier parte del mundo.
Con una imagen reforzada y de prestigio ante los poderes públicos y el sector profesional, las escuelas AEHOS garantizan hoy por hoy, independientemente de su condición de pública o privada, de titulación oficial o propia, un estándar de calidad en sus modelos formativos, la seguridad de la actualización continua para adaptar el perfil de los futuros profesionales (hoy alumnos) a los requisitos del sector, y una preparación humanística hacia actitudes positivas y valores personales y profesionales que difícilmente son buscados o requeridos en otros ámbitos de la formación profesional.
En estrecha colaboración con la empresa, la administración, la universidad y el sector profesional hostelero, AEHOS viene dando cuenta pública de su actividad incansable en la organización de Foros bianuales que se han convertido en el escenario idóneo para que responsables de formación y de empleo, docentes y empresarios del sector pongan en común aquellas cuestiones que más preocupan de cara al futuro de la profesión hostelera.
Es una pena que, atraídos por titulaciones extravagantes a imitación de modelos extranjeros, un importante sector en nuestro país olvide el trabajo de las escuelas de hostelería que desde hace más de 30 años han enriquecido el “saber hacer” del profesional hostelero, “saber hacer” por el que España se ha colocado en primera línea del turismo mundial.
Y es que la hostelería no es sólo gastronomía, no es sólo innovación en la cocina, no son sólo títulos universitarios en el país de la “titulitis” y programas de televisión o “grandes hermanos” en la cocina que terminarán estropeando, por saturación, una de las más bellas profesiones.
Las escuelas de hostelería sabemos que el futuro uno de los sectores económicos más importantes de este país no puede sostenerse sólo con la cocina, pues también se demanda al sector el ejercicio de otras actividades hosteleras y turísticas que, a fuerza de modas, están quedando en un segundo plano. Las escuelas insistimos: el cliente demandará siempre la mejor cocina, eso es clarísimo, pero también el mejor servicio en la sala o el maridaje de vinos, la organización de un evento, conocimientos de nutrición y dietética y, sobre todo, la atención de sus necesidades de ocio y negocio. Y por esto, además de enseñar a dar de comer, servir, maridar, entretener y atender, las escuelas de hostelería enseñamos que en la base de todo ello está el saber administrar, gestionar y colaborar para hacer crecer la empresa hostelera en los cruciales momentos actuales.
Por ello las escuelas de hostelería españolas, hoy por hoy, estamos orgullosas del camino andado y confiadas en nuestro futuro.