Según los datos del Indicador de Confianza de Hostelería (ICH) del 2º trimestre, la confianza de los empresarios hosteleros respecto a la evolución de la actividad en los próximos meses vuelve a caer respecto al trimestre anterior, después del repunte que se había mostrado en el 1º trimestre del año tras la tendencia de expectativas negativas que se produjo a lo largo de los cuatro trimestres de 2009.
El ICH proyecta una actitud de desconfianza de los empresarios hosteleros en general alta, actitud más negativa que la resultante del primer trimestre de 2010. Esto es reflejo de la caída de las ventas que se sigue produciendo en el sector de restauración donde se suman 26 meses consecutivos de caídas, con más 12% de descenso acumulado. Esta tendencia al pesimismo también se desprende de los últimos datos del barómetro del CIS, que muestran las peores cifras de la percepción de los españoles ante la situación económica tanto actual, como futura.
El indicador también refleja un fuerte empeoramiento respecto a la evolución de la actividad en este trimestre comparando la situación actual con la del mismo período de 2009, ya que las respuestas negativas de los empresarios han aumentado, mientras que ha crecido el número de las respuestas positivas, adquiriendo el indicador un valor próximo al del último trimestre de 2009.
Respecto a la evolución de la actividad de hostelería en el segundo trimestre de 2010 con relación al primer trimestre del año, el ICH refleja en este caso una mejoría, al aumentar significativamente las respuestas favorables, mostrándose además una actitud ligeramente menos mala con relación a los anteriores trimestres.
Una vez más, la caída de la demanda y la situación adversa de la economía parecen ser las principales causas de este empeoramiento de la confianza empresarial, según se refleja en el ICH. Los costes energéticos y salariales, así como la desconfianza social de la demanda o los costes financieros, son señalados en segundo lugar como problemas que más preocupan a los empresarios. Otras causas de menor influencia han sido la necesidad de modernizar y tecnificar los procesos, la calidad de los productos, la pérdida de competitividad y el coste de materias primas.