Emprendedores hasta en la sopa

Juan Navarro Director Formación FEHR

Con la crisis y el desempleo en pleno auge, partidos políticos y administraciones públicas han recurrido a propuestas milagrosas del pasado, rescatando la vieja receta del emprendimiento (así le llaman ahora) como fórmula mágica para salir de la crisis. Una cosa es proponerse aumentar el número de personas que aspiran a crear una empresa y otra bien distinta resolver la crisis y el desempleo actuales con personas emprendedoras. La desesperación y falta de ideas de nuestros dirigentes es más que preocupante.

Estos que ahora airean el emprendimiento como salida a la crisis, llevan más de dos años sin pagar lo que deben a muchas personas emprendedoras a las que arrojaron al mercado prometiéndoles en cursillos un futuro plagado de éxito en los años de bonanza, y ahora, les condenan al cierre de sus negocios. ¡Ay si la publicidad engañosa pudiera reclamarse a las administraciones públicas!

Y es que emprender no está al alcance de todas las personas, ni es tarea fácil. Requiere una serie de cualidades que se pueden resumir en saber combatir como un boxeador, imponerse como un pionero e intercambiar como un comerciante. Una persona emprendedora debe saber razonar lógicamente, pensar creativamente, prever, reflexionar críticamente, comunicar, influir, negociar, organizar, dirigir, resolver problemas, tomar decisiones y asumir riesgos. Una persona emprendedora debe adquirir el hábito de ver el futuro de su empresa antes de que llegue, y adivinar el futuro consiste, esencialmente, en tener una visión de los beneficios, las competencias y la relación con los clientes de su idea de negocio.

Si el acto de emprender implica el arte de la reflexión, es decir, «la resolución de los problemas, la toma de decisión, la reflexión crítica, el razonamiento lógico y el pensamiento creador» (Nickerson, 1988 en Review of Research in Education), cada futuro asalariado, y con mayor motivo cada trabajador autónomo o empresario, deben aplicar a las tareas que realizan una facultad de enjuiciamiento que les permita interpretar y ajustar su esfuerzo a toda nueva exigencia a la que se enfrenten (cambio de producción, de organización; materiales o maquinaria nuevos que exijan una adaptación técnica, servicios post-venta, etc.).

Entonces, ¿emprender es un oficio que se puede aprender? Pienso que sí, aunque no todas las personas tienen las cualidades requeridas. Las personas que piensan en crear una empresa lo hacen por diversos motivos. Unas no ven salida a su situación laboral de desempleo o se sienten seriamente amenazadas por la pérdida de su puesto de trabajo. Otras quieren independizarse y trabajar por cuenta propia en la misma actividad que realizan en su empresa o por el contrario, en otra nueva actividad. Finalmente, otras aspiran a llevar a la práctica alguna afición o ideal personal.

Sea cual sea la causa que empuja a una persona a crear una empresa, ésta se encontrará sujeta a la resolución previa de los tres vértices de un triángulo de garantías de éxito.

De las cualidades del promotor he hablado antes. La elección de la idea es fundamental dentro del proceso de creación de una empresa, y por lo tanto debe ser analizada con atención. Apunto dos frases muy interesantes sobre ellas:

«… las mejores ya están ahí, solo que invisibles, aguardando simplemente a que las descubramos» Edward Land. Polaroid.

«El objetivo ha de ser hacer algo de la nada» Schlender, «How Sony Keeps the Magic Going».

Por último, y no menos importantes, están el resto de factores relacionados con la elaboración del plan de negocio y la definición del mercado al que se dirigirá el proyecto, de los que hablaré la semana próxima.

Juan Navarro
Director Formación FEHR