Los resultados que se desprenden del procesamiento de la encuesta dirigida al sector de la hostelería española, para obtener su Indicador de Confianza, nos hace reflexionar, primero sobre la terquedad de muchos políticos, después, sobre la ceguera, que parece sufrir también, gran parte de la clase política, sin consideración de colores y tendencias. Es evidente, que un país, con políticos tercos y ciegos, solo puede tener un horizonte el fracaso y la depresión.
Consideraremos terco al que es obstinado y pertinaz en un juicio, decisión, comportamiento o pensamiento. Incluso se podría decir que hay una terquedad buena, igual que hay un colesterol bueno. Pero en este caso, la terquedad de mantener actitudes y decisiones desafortunadas, criticables, -que solo pueden conducir a situaciones ruinosas-, no puede ser tachada de otra manera, que como posición necia, que solo se justifica por el prurito de demostrar quién manda aquí, y quién toma decisiones por razones no exactamente justas. La tendencia negativa que experimenta el sector de la hostelería española, -muy importante para el conjunto de la economía-, pone de manifiesto esa terquedad, que frente a posibles soluciones para mejorar, adopta medidas contrarias al cambio.
Con relación a la ceguera, desgraciadamente, la falta de visión física, además de una desgracia, es la pérdida de observación y disfrute de la belleza. Todo lo cual ha de ser considerado como un cierto drama. Pero los que hemos vivido junto a la falta de la visión, hemos comprobado que se puede ser feliz e incluso completo, sin el goce de ese sentido. Pero sin duda, la apreciación del comportamiento de los que no ven, -no la realidad de las cosas-, si no el sentido y el valor de los principios, fundamentos, derechos y libertades, no puede tener, otro juicio y valoración, que la crítica a su lamentable actitud. Posición, que por defender ideas, e intereses personalistas, de solo una parte de la sociedad, ignoran o no perciben las razones de los demás. Como es el caso del turismo y de la hostelería, que poco a poco ven diluirse sus efectos positivos como el azucarillo en el café.
Quiero poner de manifiesto, que los últimos resultados del Indicador de Confianza, -encuesta al sector de la hostelería, que realizan y publican conjuntamente la FEHR y la Universidad Nebrija-, llegan a señalar, que en el último trimestre del año, la desconfianza ha sobrepasado el valor negativo de 50 puntos, desde algo más de menos 20 puntos, que se cifraba en el tercer trimestre del año. Lo que resalta la terquedad de las actuaciones que se aprueban en torno a este sector tan importante; dificultando y poniendo barras en los radios de las ruedas. Con lo cual, el futuro es seguro: catástrofe económica y tendencia de recesión y declive en la hostelería.
Asimismo, la difusión que ha hecho el INE, en los últimos días de diciembre de los datos finales de la Cuenta Satélite del Turismo de España, fijando exactamente en el 10 %, el peso del turismo en la formación del PIB, nos obliga a alertar a los ciegos y a los tercos, que si no cambian y adoptan decisiones elementales, -aunque sean simples, pero inteligentes-, el turismo no será lo que fue, y desgraciadamente, dejará de ser lo que ya es hoy, menos que ayer. Convirtiéndose en una actividad rutinaria; perdiéndose la gran capacidad de desarrollo que todavía ofrece. Todo ello, sin que ninguna otra rama productiva, mejore o repercuta de manera más decisiva, supliendo lo que el turismo aportó y puede seguir aportando, en el conjunto de las magnitudes económicas.
Pienso que hay tiempo para reaccionar. Que las posibilidades primero de la hostelería y después del turismo, como un sistema más integral del conjunto de la economía y la sociedad española, son muy grandes, en una realidad, que solo ofrece penumbras y negros nubarrones. Donde la economía en el último año, cuando se presenten los resultados definitivos, ofrecerá una caída del PIB del 0,1 %, en donde la EPA nos ofrece un panorama de más de 4,7 millones de parados, a los futuros pensionados se les garantiza pensiones más bajas, al ahorro se le persigue con mayor saña y solo nos queda la esperanza de que otros mejoren para que su impulso nos ayude a salir del bache.
Ante ese panorama, no tengo más remedio que hacerme tres preguntas, ante la absurda terquedad política, y la ceguera del gobierno y de gran parte de la oposición. ¿Cómo se puede seguir gobernando, sin rubor, aquellos que son incapaces de ofrecer a la juventud la esperanza y la ilusión del trabajo, y no se han ido a su casa? ¿Cómo se puede decir, que el turismo ha superado la crisis, cuando llevamos cinco años consecutivos, perdiendo la influencia positiva del turismo en el PIB? ¿Cómo se puede legislar tan estúpidamente, aprobando leyes como la Ley Antitabaco, viendo como un sector esencial como la hostelería (7 % del PIB) se desangra?
Manuel Figuerola
Asesor FEHR