El placer de prohibir frente al esfuerzo de educar

Manuel Figuerola Asesor FEHR

Es evidente, que el actual denominado Gobierno de España, ha optado por la alternativa sentir placer en el prohibir, más que esforzarse en proceder a educar a la población. Sociedad a la cual debe respeto, lealtad y resguardo.
La Ley Antitabaco, recientemente aprobada, es un ejemplo preciso y elocuente de lo que significa legislar –por muchos señores diputados que hayan votado a favor, aunque bien conocemos cual es el grado de libertad que tienen respecto a su partido- sin consideración de los principios de igualdad, justicia, coherencia, sensatez, equilibrio y muchas otras cosas. Queriendo ser esta mi primera manifestación y opinión, sobre una medida, que reúne, todos los ingredientes, para proyectarse, como uno de los más importantes disparates, que ha llevado a efecto entre otros muchos, el Gobierno, que mal preside el Señor Rodríguez Zapatero
Antes de proseguir esta consideración, quiero destacar un hecho que entiendo importante, para que mis palabras se comprendan, en los términos adecuados, valorando mi espíritu de neutralidad y de equidad. Quienes me conocen muy bien, saben, que jamás fumé un cigarrillo; ni rubio, ni negro, ni de ninguna clase de tabaco. No me gusta el tabaco, ni su aroma u olor. Y por supuesto, me desagrada que en mi entorno fumen, y que sin ningún tipo de pudor, echen el humo hacia donde me encuentro.
Ahora bien, desde mi rechazo al tabaco, también debo gritar, que rechazo la intolerancia, el radicalismo, la incoherencia, la terquedad, la intransigencia, la severidad, y otros muchos malos atributos, que al parecer inspiran a los primeros promotores, redactores y defensores de la Ley. ¿Qué deberemos hacer los maridos y mujeres, cuyos cónyuges fuman? Quizás rechazarlos, y echarlos de casa. “Su actitud ante el tabaco o su vicio los convierten en apestados” diría algún absurdo defensor de la Ley. Entonces, expulsemos de nuestro lado a tantos apestados como nos rodean. Porque bajo ese principio, pensar que todo lo que nos molesta es malo y rechazable, nos llevará a deplorar tantas cosas y personas, que se nos venden como normales, incluso como virtuosos.
Pero en esta breve opinión, que emito con cierto disgusto, ante lo que considero un estado legislativo, donde la falta de rigor, solidez, estudio, firmeza, permanencia, contraste……….. se ha impuesto, simplemente a modo de bosquejo, -ya que los argumentos son muy poderosos, y me permitirían escribir un tratado sobre cada uno de ellos- voy a valorar cuatro razonamientos, que demuestran que la Ley se ha emitido, sin tener en cuenta el mínimo sentido común.
Desde el razonamiento protección de la salud ¿qué pasa, es que no importa la salud de los recluidos, ancianos en las residencias de mayores, geriátricos, sanatorios psiquiátricos,… Y especialmente, que pasa con nuestros cónyuges fumadores?
Por otra parte, si aplicamos la estadística, si lo que se pretende es defender la salud de la población, puede estimarse, que el porcentaje de la reducción del tabaquismo va a ser un porcentaje, inferior al 1 %. Por tanto, si somos coherentes prohibamos totalmente el tabaco. Pero eso no interesa al Gobierno, se resiente su fiscalidad. Es decir hipocresía.
Desde el razonamiento político, uno de los pilares de la democracia, es que la libertad de cada uno termina, donde empieza la libertad de los demás. ¿Entonces qué hemos hecho? Muy fácil, hemos ido contra la libertad de los que desean fumar. Gobernar no es imponer, sino convencer y administrar. Y es lo que no ha hecho este Gobierno. Una democracia, en la que no existe la libertad de todos, es una farsa de democracia. Por tanto la Ley reúne todo un conjunto de elementos antidemocráticos.
Desde el razonamiento económico, -presumo de conocer muy bien, las cuentas del sector de la hostelería, y sus niveles de sensibilidad o elasticidad, pues llevó más de veinte años, valorándolas y analizándolas- la Ley es un desastre. Los estudios realizados con relación a los efectos negativos – ahora en este artículo, no entro en el análisis micro, ni empresarial, sino en el macro- establecen una amplia horquilla, que va desde la actitud de los más pesimistas, que cifran, tanto en las ventas (producción), como en la renta (valor añadido bruto o PIB, según como queramos medir), una caída entre el 10 y el 3 %. Yo diría a los técnicos, de los que se debe acompañar un Gobierno, que quiera ser serio, que aún en la hipótesis más optimista, la pérdida en el PIB nacional sería de algo más de 2 décimas. Señores responsables de nuestra economía, se han puesto a meditar ¿lo que significa ese descenso?; lo mismo, seguramente, que todo el descenso de la economía en el año 2010.
Por último, desde un razonamiento educativo, debo decir, que el espectáculo que se va a dar a los niños y menores, viendo fumar riadas de personas en las calles, frente a los locales de trabajo, o centros de recreo y ocio, va a inducir al tabaquismo. Sin lugar a dudas, una Ley lamentable.

Manuel Figuerola
Asesor FEHR

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