Estos días algunos no salimos de nuestro estupor, cuando cayendo la que esta cayendo con la dichosa crisis, ajuste de cinturones, reducciones de gasto, disminuciones de sueldos, despidos, subidas de impuestos, y así un largo etcétera de cosas que vienen golpeando nuestros bolsillos como consumidores y empresarios, vemos cómo justo antes de comenzar la campaña de verano tenemos a la Administración Central como siempre ayudando. Dicho sea en el mayor tono irónico que puedan imaginarse.
No sólo tenemos que hacer frente a la que posiblemente sea una de las campañas de verano más desastrosas de estos últimos 25 años en cuanto a rentabilidad se refiere, sino que, como iba diciendo, además a algunos compañeros les llegan cartas comunicándoles que tienen tres días para desalojar su hotel por que van a proceder a su derribo.
Si tenemos en cuenta la ya de por sí desagradable noticia que puede suponer eso, desde luego el momento no podía ser más oportuno: justo en el inicio de la temporada de verano y a un hotel de costa… No entraré en si será legal o no, ni sé si tendrá la administración razón o no, pero de lo que estoy seguro es que no podían haber elegido peor momento para provocar mayor indignación en el colectivo empresarial.
Desde la Demarcación de Costas se tiene cuanto menos un singular sentido de la oportunidad, y no solo por la fecha, sino también por el objeto de sus desvelos: devolver para uso público las zonas “ocupadas”. Pero, claro, en muchos casos esas zonas están ocupadas por los antiguos balnearios del Mar Menor -iconos que nos diferenciaban de otras zonas, hoy desaparecidos-, o un hotel que tiene unas cuantas decenas de años, o ese bar/restaurante que ha sido el sustento de familias tanto para las que lo explotaban como las que sólo lo usaban -aunque fuera para ir al WC- pero que estaba demasiado cerca de la orilla.
Pero voy más allá, porque su voracidad llega a eliminar y rescatar para todos nosotros el espacio que ocupan unas redes para jugar en la playa, o unas simples atracciones para niños en la arena, o incluso hay que pedir permisos para instalar los lavapiés y las zonas de paso para no quemarse los pies en la arena.
No está claro si están con nosotros o contra nosotros a la hora de luchar por conseguir que nuestra Región sea un destino turístico bien dotado y equipado, y no sólo durante unos meses al año, sino intentar luchar y promover desde sus propias responsabilidades el que podamos tener las más atractivas y dotadas playas de España durante todo el año. ¿De verdad que no se podrían buscar otras soluciones, ayudar, y construir en vez de destruir, dar facilidades en vez de poner pegas? ¿Hacen falta equipamientos turísticos en la costa y vamos a empezar por demoler todos los que supuestamente estorban en vez de buscar otras alternativas?
Cito textualmente un trozo de un artículo aparecido en un medio digital al respecto de la pretensión de demoler unas casas en Puntas de Calnegre que fue noticia hace un par de años: “Claesen lleva seis días en Puntas de Calnegre. Es belga y se echa las manos a la cabeza cuando le preguntamos por el posible derribo del poblado por violar la normativa vigente: «This is crazy (Es una locura)», dice. No concibe que una Administración quiera eliminar sus tradiciones. «Son vuestras raíces y estas casas no hacen daño a nadie. No entiendo por qué quitar casas tan antiguas. Sí veo bien que limiten las nuevas construcciones, pero no lo que ya lleva muchos años. Es vuestra historia»”.
Y es que ese señor no sabe que posiblemente el hotel donde se alojó en Mazarrón puede correr la misma suerte que le destinaban a aquellas casas de un poblado de pescadores. Porque a toda costa hay que rescatar el secuestrado espacio que ocupa un edificio de concurrencia publica, cuyo destino es el dar servicios para que cualquiera que se acerque por allí esté “como en su propia casa”. Ya en la Antigua Roma, mayor destrucción que los bárbaros causaron las luchas políticas entre los propios romanos. Aquí, en Murcia, tampoco parece que nos alejemos mucho de eso. Quod non fecerunt Barbari, fecerunt Barberini, “Lo que no hicieron los bárbaros, lo hicieron los Barberini”.
Jesús Pacheco
Vicepresidente HOSTEMUR