La Ley de Costas no deja a nadie indiferente, sean o no afectados. Siempre, en cualquier época del año, despierta incertidumbre, recelo, duda y hasta un cierto fanatismo por defender lo que en muchas ocasiones es indefendible. Simplemente, porque a la sociedad no le genera problema alguno y, como en otras muchas cuestiones de la vida, los políticos llevan su camino y los ciudadanos el suyo. Un camino que, dicho sea de paso, suele ser diametralmente opuesto. Un buen ejemplo de lo mencionado anteriormente es la Demarcación de Costas de Murcia, con su máxima responsable, Francisca Baraza, a la cabeza.
Para el actual equipo de la Demarcación de Costas todo es susceptible de ser derribado. Da igual que se trate de viviendas, chiringuitos, pescaderías o instalaciones deportivas. Incluso una simple red de voleibol para uso y disfrute de todo el “dominio público”. Por lo que cabe preguntarse: ¿habrá acción más demócrata, libre, sana, natural y recomendable que llevar un balón a la playa para jugar?
Pues parece ser que a la señora Baraza tampoco le parece viable. Todos hemos visitado otras costas españolas, en las que en las playas cuentan con iluminación, hamacas, sombrillas, aseos y buenos accesos. Incluso, algunas cuentan hasta con velitas que encienden por la noche, además de paseos marítimos interminables. Francamente, además de ser playas más bonitas, generan riqueza en los municipios costeros, puesto que dotan de una mayor confortabilidad a los turistas y los visitantes.
Incluso, hay ayuntamientos que ven imposible instalar papeleras en las playas con los colores adecuados para reciclar residuos. ¡Papeleras que ya están compradas! Pues todo esto a la señora Baraza tampoco le parece viable. Realmente, pienso que la Plataforma de Afectados por la Ley de Costas es sumamente educada, discreta y paciente, porque no hay derecho a la tortura psicológica a la que somete a los propietarios de una concesión.
Concesiones que la propia Demarcación debería obligar a que estuviesen en perfecto estado, en vez de realizar la labor contraria. Basta ya de la política del “no autorizo hacer nada” y del “a ver si todo se cae”. Abandonen la política de la desidia. Realmente, cabría pensar que la Demarcación de Costas actúa como si esos ciudadanos propietarios de una concesión -con escrituras y registros-, fuesen unos ladrones o quisieran conquistar territorios.
Además, cabe recordar que la Ley de Costas la elabora el Parlamento, por lo que en unos años puede ser susceptible de ser modificada. ¿Y qué pasa con los deslindes? ¿No interesa tocarlos ahora? Quizá por ser una herramienta tan importante en este entramado, a la Demarcación de Costas ni le preocupa ni le corre prisa. Por todo ello: señora Baraza, ceje en su empeño. La vida es corta y debe ser muy triste que a uno lo recuerden por lo malo. O si lo prefiere, sólo por lo negativo.
Soledad Díaz
Presidenta HOSTEMUR