El turismo reduce su contribución a la formación del PIB

Manuel Figuerola Asesor FEHR

El último estudio que he realizado sobre la influencia del turismo en las magnitudes económicas españolas, con referencia al año 2009, pone de manifiesto una situación, que en general, los técnicos y expertos que analizan las variables influidas por el turismo ya sospechaban. Aunque aquéllos, sólo manejasen cifras de llegadas, de pernoctaciones y de ingresos, correspondientes a los diferentes segmentos de la demanda.

Sin duda, la tendencia que mantiene desde hace varios años el coeficiente demostrativo de la aportación de riqueza del turismo a la economía, o lo que es lo mismo, el porcentaje de contribución a la formación del PIB, es realmente depresiva, en función de los resultados disponibles. El reciente documento presentado a la Comisión Asesora de Turismo de la Universidad Nebrija (CAET), resumen de un análisis en profundidad de la evolución del turismo en las magnitudes económicas, confirma una proyección ciertamente pesimista.

Habiéndose utilizando los mismos procesos metodológicos, las mismas fuentes estadísticas, y los mismos criterios de interpretación de los contenidos de las variables turísticas, se ha comprobado, que en el período de cinco años, se ha producido un decrecimiento sucesivo de la aportación del turismo al PIB de casi un punto. Desde el año 2005, cuando dicha magnitud alcanzaba el 11,12 % del PIB, el descenso relativo ha sido tan fuerte que en el año 2009, tal coeficiente solo ha llegado al 10,14 % del PIB.

Es importante poner de manifiesto, que el descenso de un coeficiente relativo de eficiencia, no debería preocupar, si se diese el caso, de que la magnitud sobre la que se hace la comparación proyectase una tendencia creciente, con tasas de variación positivas. Pero ese no es el caso del PIB español, que durante el año 2009 decreció en términos constantes el 3,4 %. Lo que significa que la caída global del turismo, también en términos constantes, por simple justificación matemática, ha tenido que ser superior.

En momentos de grave crisis, en los que planteamos la necesidad de innovar en nuestra estructura económica, exigimos modificar el modelo de desarrollo económico y buscamos progresar, cambiando todo aquello que no funcionaba, o había cumplido sus expectativas de crecimiento, no podemos permitirnos el lujo de observar indiferentes, cómo una actividad social y económica que funcionaba bien –en su esquema de desarrollo-, se agote en sus perspectivas.

Un sistema económico que permitía ocupar un lugar prioritario como potencia eficiente en la promoción del sector del ocio y los viajes, y que ofrecía a nivel mundial unas excelentes expectativas de expansión, y que ahora se degrada progresivamente. O bien, porque no queremos ser creativos y renovadores; o bien, porque hemos dejado de creer en el turismo como factor de desarrollo, identificándolo con soluciones de destinos o países subdesarrollados; o bien, porque en esa nueva moral de considerarnos ricos o poderosos, despreciamos con vergüenza al turismo.

El turismo español tiene todavía un largo recorrido, y su participación en el PIB, como he demostrado en diferentes trabajos, puede alcanzar una tasa de repercusión cercana al 13 %, en un plazo de tiempo de cinco años. Lo que será difícil, será sustituir aquello, que por desidia o desinterés político, se pierde progresivamente, en la aportación del turismo. Ignorar la decadencia que ahora se proyecta en el turismo, o pensar, que otras actividades económicas vendrán a recuperarnos, y a ayudarnos a salir de la crisis es un gran error.

Manuel Figuerola
Asesor FEHR