¿Qué responderemos a nuestros hijos?

Eduardo Suárez del Real Restauración de Mallorca

Cuando nos pregunten qué es la ética y qué la política, tendremos que poner de un lado de la mesa las portadas de los periódicos de estos días, y del otro (ésta es la sugerencia del presente artículo) dos libros de peso: “Ética para Amador” se publicó en 1991, y un año después apareció “Política para Amador”. Ambos textos los dedicó el filósofo y escritor Fernando Savater a su hijo Amador, y están escritos para ser leídos por adolescentes.
La lectura de ambos libros es indispensable, uno es el complemento del otro y entre los dos pueden aportarles una visión distinta de la misión política, a la que nuestros próceres autonómicos vienen trasmitiéndole en los últimos tiempos.
La ética se ocupa de lo que uno mismo hace de su libertad, mientras que la política intenta coordinar de la manera más provechosa para el conjunto, lo que muchos hacen con sus libertades. En la ética lo importante es querer el bien. Para la política, en cambio, lo que cuenta son los resultados de las acciones, se hagan por lo que se hagan, y el político intentará presionar con los medios a su alcance, incluida la fuerza, para obtener ciertos resultados y evitar otros.
Pero así como Savater marca en estos libros las diferencias entre una y otra, señala también sus puntos de encuentro:
…cualquiera que tenga la preocupación ética de vivir bien, no puede desentenderse olímpicamente de la política, la ética no puede esperar a la política. Ningún orden político es tan malo que en él ya nadie pueda ser medio bueno; por muy adversas que sean las circunstancias, la responsabilidad final de sus propios actos la tiene cada uno y lo demás son coartadas.
En Derecho se cataloga y se llama de muchas maneras lo que matas, munares y demás correligionarios han hecho a quienes les dieron su voto para gobernarles. Desde la ética simplemente hablaríamos de ellos desde el uso que hicieron de su libertad.
La libertad, esa posibilidad de elegir, de inventar, trae consigo sus ventajas y riesgos: puedo acertar o equivocarme. Y en el segundo caso, tengo también la posibilidad de corregir o volver a equivocarme. «Libertad es decidir, pero también darte cuenta de que estás decidiendo. Lo más opuesto a dejarse llevar…» Y esta actitud nos lleva a preguntarnos por qué actúo así, por qué decido esto en lugar de aquello, si el camino que tomo es lo que más me conviene, lo que nos plantea una nueva cuestión, el de la responsabilidad:
Responsabilidad es saber que cada uno de mis actos me va construyendo, me va definiendo, me va inventando. Al elegir lo que quiero hacer voy transformándome poco a poco. Todas mis decisiones dejan huella en mí mismo, antes de dejarla en el mundo que me rodea.
Por lo mismo, “de lo que se trata es de tomarse en serio la libertad, o sea de ser responsable. Y lo serio de la libertad es que tiene sus efectos indudables, que no se pueden borrar a conveniencia una vez producidos.» El responsable es aquél que es consciente de lo real de su libertad. Y lo real de mi libertad, el decidir, está relacionado con el sentido de la vida, el de saber vivir lo mejor posible… que no es enriquecerse lo más posible y a costa de lo que sea.
Una sociedad en la que el tener está por encima del ser, engendra este tipo de enfermos ciegos manipulados por ambiciones megalómanas, irrefrenables y desmedidas. Ojalá nuestros hijos lo aprendan.

Eduardo Suárez del Real
Restauración de Mallorca