¿Qué ocurre en la formación?

Juan Navarro Director Formación FEHR

Una España más competitiva requiere nuevas competencias profesionales, además de una nueva forma de aprender y trabajar. Si queremos cambiar el actual modelo productivo para salir de la crisis, diversificando los actuales sectores y transformando los maduros como la rama de actividad de hostelería, será necesario modificar las competencias y perfiles profesionales, mejorando y adecuando la formación profesional a las nuevas necesidades.

Esta mejora y adaptación de las competencias, hace ineludible también un gran cambio en el sistema de la formación profesional para el empleo, y en la mentalidad de sus actores, de manera que lo realmente importante no sea, como hasta ahora ha sido, la formación, sino el aprendizaje, y que este tenga impacto en el puesto de trabajo, es decir, que realmente mejoren los resultados en su trabajo, las microempresas y profesionales de restauración que aprenden con nosotros. Las microempresas que lo consigan, mejorarán su competitividad y lograrán sobrevivir mejor a la crisis, al tiempo que sus trabajadores dispondrán de mayor empleabilidad y podrán mejorar su posición en el puesto, sus condiciones de trabajo o encontrar otro mejor.

Los aprendizajes con impacto en el trabajo pueden permitir a las microempresas y negocios familiares de restauración remontar la situación, dado que sus dueños y/o titulares del negocio pueden ampliar sus conocimientos sobre gestión del establecimiento, aprender más sobre nueva maquinaria, equipamientos, gamas alimentarias, técnicas de elaboración, servicio y comercialización, en definitiva, novedades que facilitan el trabajo, el control de las operaciones y reducen costes, lo que aporta al establecimiento más productividad y diferenciación frente a su competencia. A su vez, los empleados pueden mejorar su competencia para el trabajo, ampliando sus conocimientos sobre la oferta y su comercialización, adquiriendo habilidades para el mejor desempeño de las operaciones y tareas cotidianas, lo que les va a permitir disponer de más tiempo para el cliente y mostrar las actitudes que se necesitan para mejorar la calidad percibida por cada cliente. Todos estos aprendizajes conducen también a una mayor productividad y diferenciación, y la formación así entendida deja de ser un gasto, para convertirse en una inversión rentable, porque el restaurador lo puede comprobar cada mes al hacer balance.

El desafío por tanto es doble: a) implantar un nuevo sistema para la adquisición de competencias profesionales de mejor calidad, que haga que la formación se dirija a conseguir mejorar en el trabajo y en el empleo como una consecuencia lógica de lo aprendido; y b) desarrollar métodos que faciliten aprender tanto en grupo como individualmente, de forma flexible (en el puesto de trabajo, por modelos, con redes sociales, con activadores, … con mentores, con “coachers”), en el marco de un proceso colaborativo alumno-profesor-empresa y con una cobertura en tiempo real, es decir aprendiendo en el momento que se necesita.

Juan Navarro
Director Formación FEHR