Diferentes miembros del gobierno anuncian una subida de impuestos para afrontar las circunstancias provocadas por la grave crisis económica, el grave desfase presupuestario y la necesidad de aumentar el gasto público en nuevas coberturas sociales para desempleados. La noticia es un jarro de agua fría y contraria a las alentadas por otras grandes economías, justo en el momento en el que podíamos apreciar tímidos movimientos positivos hacia la recuperación en varios países europeos como Francia y Alemania, así como una pequeña mejoría respecto de la confianza de los consumidores en el futuro.
Las formas tampoco están siendo las correctas, no existe un debate sereno, no se aportan datos, ni propuestas, ni análisis objetivos, trasladando a la opinión pública y los agentes económicos una sensación de inseguridad, indefinición y miedo que ya están suponiendo un coste y un mayor estancamiento de nuestra economía. Pero además es falso, como se ha apuntado, que en nuestro país dispongamos de margen para el incremento de la presión fiscal comparándonos con el resto de los países de la UE. Entre 2003 y 2007, España es el país de la UE que mayor aumento de la presión fiscal ha experimentado, un 3,2%, alcanzando la presión fiscal total un 37,1%, según Eurostat.
Pero lo peor es que a esta presión fiscal hay que sumar el endeudamiento de las empresas y las familias, que en el caso de estas últimas y para la compra de viviendas, dentro del precio soportan un sobrecoste de valores de terrenos que al final reflejan un problema de financiación de los municipios, encareciendo su compra y disimulando bajo el fenómeno de la especulación un afán recaudatorio de numerosas administraciones. Por tanto, si ya estamos en el umbral de presión fiscal de la media de la Unión Europea, que es del 37,5% y teniendo en cuenta que un incremento de los impuestos reducirá la posibilidad de aumentar el consumo de las familias y las empresas, y que el consumo es el único motor del que disponemos para salir de la crisis a corto y medio plazo, las subidas de impuestos van en la dirección contraria.
Cierto que hay margen para procurar mayores recursos sin incrementar los impuestos y es la lucha contra el fraude fiscal. La elusión fiscal, la economía sumergida y el abuso en la percepción indebida de algunos subsidios, son muestra de insolidaridad, restan competitividad a nuestro país y suponen una competencia desleal para aquellas familias y empresas que cumplen debidamente con sus obligaciones fiscales. En España la economía sumergida se cifra en más de un 20% del PIB y creciendo rápidamente en la actual coyuntura. Por ello desde el sector hostelero pedimos que no se cometa la equivocación de modificar el régimen fiscal que afecta al sector, es decir, se mantenga el IVA en el tipo actual, 7% (recordemos que en Francia ha pasado en 2009 del 19% al 5,5%, y en Bélgica al 6%), se mantenga el sistema de módulos, no se agrave la estructura de los impuestos especiales, que concretamente en el caso del alcohol podría agravar problemas como el del “botellón” y la venta irregular en establecimientos inadecuados, se reduzcan las cargas sociales para el fomento del empleo y no se aumenten los tipos de IRPF que deprimirían aún más el consumo de las familias.
Por todo ello NO + IMPUESTOS, vayamos a la otra columna, a las partidas de gasto, para ver si de paso se puede hacer un poco de autocrítica.
Emilio Gallego Zuazo
Secretario General FEHR
No más impuestos
Emilio Gallego Zuazo Secretario General FEHR