Es lo que toca a estas alturas del año en la gran mayoría de las empresas de hostelería: trabajar intensamente, de la mañana a bien entrada y transcurrida la noche, para aprovechar al máximo la oportunidad de negocio que agosto trae con su afluencia de clientes, en el pico más alto de la temporada alta.
Hacer el agosto en hostelería –igual que en agricultura, de donde proviene la expresión– no es hacer negocio dando un pelotazo especulativo que multiplica por mil la inversión realizada y sin apenas esfuerzo. Es trabajar largo y duro, bajo la presión de la acumulación atropellada de las comandas y los pedidos de los clientes, y sudando la gota gorda con los calores que hace.
Merecen un respeto los profesionales de hostelería, casi un millón y medio de mujeres y hombres (las mujeres por delante, no sólo por deferencia a su género, sino, en tratamiento igualitario, porque su número es mayor) que en estas semanas de agosto están en plena faena de hacer que sus clientes disfruten lo más y mejor posible de sus vacaciones y sean un poco más felices. Es un trabajo de importante, aunque no siempre reconocida, dimensión social, del que se benefician prácticamente todos los ciudadanos y residentes en nuestro país (casi todos son clientes de la hostelería en mayor o menor medida) más los millones de turistas extranjeros que nos visitan.
Merecen un respeto y una consideración, que muchas veces no se les presta en su justa medida por parte de la sociedad. Por eso, la Federación Española de Hostelería se ha propuesto, como uno de sus objetivos fundamentales, la recuperación de la autoestima y del legítimo orgullo profesional de este gran colectivo de profesionales y empresarios, y su reivindicación ante la opinión pública. Por eso mismo, este editorial del Portal de Comunicación de FEHR y de sus Asociaciones dedicado al valor de su trabajo en el momento de mayor actividad laboral del año.
En hostelería estamos haciendo el agosto, porque es lo que toca, lo que no se identifica con hacer un negocio magníficamente redondo, porque no siempre es así, como bien explica el viejo refrán: “Agosto y vendimia no es cada día y sí cada año, unos con ganancia y otros con daño”.
Estamos en lo más alto de la temporada, pero este año, segundo de la crisis, el negocio dista mucho de ser redondo. Los clientes son menos que otros años y gastan menos. Las tormentas y las lluvias nos están haciendo más daño que la crisis económica. Este agosto, los asesinos de ETA han vuelto a hacer lo único que saben, matar inocentes, y, una vez más, intentar acabar con nuestro turismo haciendo explotar bombas en cuatro bares de Mallorca. Pero no lo conseguirán. Nuestros clientes no se dejan vencer. Lo decía uno de ellos, entrevistado a pie de acera por un canal de televisión: “Hay que enfrentarse a ellos e impedir su propósito, yo volveré hoy mismo a comer en un restaurante y a tomarme una cerveza en un bar”.
Este es el agosto que estamos haciendo. Profesionales y clientes de la hostelería nos merecemos un respeto. Todos estamos haciendo más que lo que a primera vista parece.
José María Rubio
Presidente FEHR