Sírvase usted mismo

Ángel Luis Martínez Gerente Federación Castellano-Leonesa Empresarios Hostelería

En gasolineras, supermercados, en tiendas de barrio y bazares es habitual, y nadie se sorprende por ello, que el cliente llene su depósito, llene su cesta y ahora incluso que pase por la caja él mismo para totalizar su compra, y pagar sin ayuda de ningún dependiente.

El self-service en hostelería es habitual en el buffet libre, pero parece que ahora pretende llegar a otros espacios: las terrazas de verano.

Quienes pagamos buena parte de nuestros estudios, y somos lo que somos (para bien o para mal) tras haber batallado tras una barra, o con una bandeja y a pecho descubierto atendiendo hasta treinta mesas en época estival, vemos con decepción cómo los tiempos actuales tiran por el suelo la filosofía que se encierra tras el servicio de terraza, y por ende en la hostelería.

La terraza no es sino una extensión de un negocio de hostelería y por ello debe contar con el mismo servicio que se debe prestar en el interior del local del cual es un anexo. No obstante este verano he comprobado que se confirma una costumbre que supone una extraña relajación de algunos empresarios en cuidar esa zona que tanto supone para el negocio.

Por desconocidas razones (que no pueden ser nunca las económicas, pues si así fuera no se pagarían las tasas que genera la instalación) se advierte que no hay servicio en la terraza, y asistimos al triste espectáculo de ver cómo los clientes utilizan hasta sus dientes para llevar a la mesa las consumiciones y el plato de tapas, sorteando obstáculos en su trayecto hasta la mesa que han tenido en suerte encontrar.

Es verdad que muchas veces el cliente está dispuesto a todo con tal de ocupar un hueco en una terraza, y descansar un rato, tomarse un refrigerio, o sencillamente apostarse en su silla, como mochuelo en su olivo, y deleitarse con el discurrir de gente de todo tipo y condición, porque una terraza es como una pasarela de doble sentido: quien se sienta mira a quien pasa, y quienes pasan miran a quienes se han sentado.

Todos somos muy de mirar, y más en verano que tanto se enseña, pero ¿eso justifica que quien quiera mirar o dejarse mirar tenga que hacernos el trabajo?. Yo creo que no.

Estas extrañas modas no son sino un error, lamentable y no valorado correctamente por quienes toman esa decisión. ¿A fin de cuentas qué terraza está más ocupada: la que es atendida por el personal de la casa, o en la que uno tiene que servirse como si estuviera en su casa?.

Entiendo que una cosa es que se quiera dar un trato familiar y cordial, y otra es el exceso de confianza que lleva a pensar que el cliente nos tiene que ayudar a hacer nuestro trabajo, que no es otro que atenderle.

Servicio, que no servilismo, ese el motivo de la hostelería, y desde nuestros negocios se debe trabajar para dignificar el sector; y desde luego, quienes aprendimos desde muy jovencitos cómo se sirve al cliente sin perder la dignidad, y como el cliente te aprecia, te valora, te respeta y vuelve, vemos con añoranza como aquella forma de trabajar va desapareciendo para dejar paso a un cartel que te escupe a la cara “NO SE ATIENDE EN MESA”.
Ángel Luis Martínez
Gerente Federación Castellano-Leonesa Empresarios Hostelería